Luego de 3 meses viviendo en Auckland conociendo mucho pero viajando casi nada, aproveché que cerraban el restaurant donde trabajaba y decidí salir de la ciudad y hacer Wwoofing por un rato. La idea es compartir el ritmo de vida en granjas orgánicas, se trabaja 3 a 4hs por día, depende del lugar, no te pagan nada, pero sí te dan alojamiento y comida.

Después de mucho buscar encontré la granja perfecta en Russell, de tamaño menor a media manzana, por lo que el trabajo era bien fácil, a 5 cuadras de la playa y 20 del centro; todo parecía bárbaro pero cuando me contacto con el dueño me dice que hasta Abril ya estaban llenos de gente.

Así que…

Después de mucho buscar encontré la granja casi perfecta, esta estaba en Whangarei, a 5km de la playa, 13 de la ciudad y de tamaño más o menos como 6 manzanas.
Más allá de los trabajos que haga, lo que más me interesaba es la gente con quien iba a vivir, después de todo y en el medio de la nada, lo que realmente hace a la experiencia son las relaciones con las personas, no con las verduras; así que me escribí un par de veces con Silver hablando de la nada y quedamos en que encontrarnos para vivir ahí por 3 semanas (cuando entramos en confianza me confesó pensaba que a los 5 días me iba a ir).

Silver y Ela son los dueños de la granja, no muy a gustos con la vida en la ciudad, se mudaron a Whangarei a literalmente vivir de la tierra. Hay una casa grande en el medio de todo que es algo así como el cuarto común, donde está la cocina, sala de estar y baño; junto a esa está el súper hotel palta y algunas carpas donde se alojan los wwoofers, y al fondo está la carpa donde duermen ellos (Silver quiere construír una casa pero Ela insiste en que no necesitan un techo y están más cómodos en la carpa, así que cada tanto se tratan de convencer mutuamente de la mejor opción).

Los sábados hay una feria de alimentos en la ciudad donde los productores locales venden vegetales, hierbas, vinos, licores, carnes, pescados, etc.. la única condición que se debe cumplir para participar es que los productos sean de cultivo propio y 100% orgánicos.

Allí Silver tiene un puesto donde vende ajo, palta, limones, naranjas, zuccinis, acelga y pepino, todo fresco, natural y extremadamente caro, pero a la gente de NZ le copa la onda de comer orgánico y todas las personas con las que viví hasta ahora me mostraron orgullosos la alacena donde todo lo que compraban en el súper era de origen nacional (en Auckland especialmente, los supermercados están llenos de productos asiáticos) por lo que a veces no los importa pagar un poco más cuando sienten que ayudan a la economía del país.

Silver en el Mercado


De vuelta en la granja, además de los vegetales que venden en el mercado, hay 2 huertas donde hay de todo un poco destinadas al consumo propio.
Como la familia es vegana la dieta se basa básicamente en los distintos vegetales que cosechan y otros que intercambian con la gente del mercado. Por suerte, tienen experiencia en vivir con gente no-vegana y para mí y Felicitas (mi compañera wwoofer) nos compraron pan lactal y unas barras de queso como para que no nos dé un síncope estomacal. Los primeros días quería respetar la onda ultra verde veganísima, pero tanta fruta y zuccini me cansaron y al cuarto día empecé la dieta de sándwiches de queso con lo que sea que encuentre en la heladera (como la planta de zuccini dio un montón, casi todas las comida son alguna variedad de zuccini con ensalada y legumbres).

En la segunda semana descubrí el cajón de los condimentos (que como nadie usaba pensé que ni existían) así que tomé riendas en el asunto y empecé a hacer la comida todos los días. Todos felices de la vida, Ela me preguntó varias veces por las recetas, lo que era imposible de decirle porque todas mis preparaciones consistían básicamente en inventar lo más diferente posible a lo que hice el día anterior con los mismos ingredientes a disposición (mis platos eran algo así como el vestido Channel de Marge Simpson). De todos modos sí tenía un haz bajo la manga que era ponerle a todo una especie de pasta de harina que todavía no bauticé.
La tercera semana se me acabó el queso y el pan lactal y ahí sí experimenté el veganismo en su máxima expresión, pero merendar zuccinis y batatas no me motivaba mucho así que me pasé a la dieta del cafeísmo y me bajé los 5 kilos de café que me traje del restaurant.

La jornada de trabajo arrancaba a eso de las 8, hasta cerca de las 12. El primer día me tocó levantar piedras del campo de ajo. Como la zona es volcánica, por todos lados está lleno de piedras que van del tamaño de una pelotita de golf al de una rueda de camión (a esas les tenía que dar masa con un cincel para poder levantarlas).
Las primeras 2 horas las pasaba bastante bien, la tercera ya trabajaba a media máquina y después me quedaba una hora más trabajando a medias y filosofando mucho acerca de qué cuernos estaba haciendo allí cuando podía estar en cualquier otro lado sin piedras, ni carretilla, ni mosquitos y todos los etc. No hicieron falta ni dos días para saber definitivamente que no estoy hecho para trabajar en el campo, si bien le ponía todas las ganas, mi cuerpo me dejaba en banda antes del segundo tiempo.

Como las piedras son infinitas tanto en cantidad como en la capacidad de destruirte el espíritu, Silver me iba variando las tareas y a veces tiraba ramas de árboles podados debajo de los de palta y mandarina para hacer una especie de abono, y otras veces me ponía a limpiar ajo que era lejos lo más fácil del mundo, casi lo mismo que sentarse a ver televisión.

Cada día me ofrecían variar mis tareas o hacer algo más simple, pero como me daba cosa dejarlos solos con las tareas más pesadas, siempre terminaba con mis viejas y queridas piedras. Un día encontramos una piedra más o menos del tamaño de medio Fiat 600 (no exagero) y nos llevó como 3 días despedazarla y sacar sus partes, ya estábamos tan ensañados que el último día la terminamos de sacar como en 6 horas bajo la lluvia, todo embarrados, y empapados, pero a esa altura ya ni nos importaba.

Y así los días eran bastante similares, a la mañana se trabajaba, a la tarde me solía quedar hablando mucho con Ela de la vida, política, países y todos los etcéteras.

Así como lo ven, apenas se mueve la tierra aparecen ejércitos enteros de piedras


Recolectando el ajo


En estos meses, la Cristi, la crisis, la devaluación, los saqueos y demás cosas que lamentablemente no tienen otra calificación que cotidianidades, van poniendo a Argentina en distintas portadas internacionales, por lo que la gente siempre me pregunta sobre la situación social y económica del país (cosa de la que ya medio estoy cansado de hablar). Ela no fue la excepción y también me hacía preguntas sobre la economía argentina pero, distinto al resto de los europeos con quienes hablé, ella fue la primer persona que realmente me entendía cuando le explicaba, es más todo el tiempo asentía repitiendo la frase “-Claro, igual que en Polonia (su país de origen) en la época de Rusia comunista”. No adentré mucho en el tema, pero escuchar tantas veces esa afirmación cuando explicaba las políticas argentinas me impresionó un poco.
Nota al margen: por lo general, la “información” que se reparte en Europa es que absolutamente todos los desmanes económicos son consecuencias de no pagarle a los fondos internacionales que casualmente son también europeos, ja!.

Finalmente (y para tratar de satisfacer las inquietudes de Javier), hay granjas que son autosuficientes y otras que lo son a medias, ésta es del segundo tipo. El agua se bombea de una especie de aljibe a un tanque, los alimentos son todos frutos de la cosecha propia o de intercambio en el mercado y las cosas extras que se compran (como herramientas, a veces madera, tierra abonada y mi barra de queso) así como el pago de la electricidad, nafta y etc... surgen de la venta principalmente de ajo.
El ajo se planta en Mayo y se cosecha después del invierno y luego dura almacenado unos 6 meses durante los cuales van vendiendo más o menos de 5 a 15 kilos por semana.
La palta empieza a dar frutos en setiembre, más o menos hasta marzo y se venden recién sacados del árbol.
Estos son los 2 principales vegetales que cosechan para vender por la simple razón de que crecen muy bien en esta tierra y clima, el resto (que a veces también se vende) es más por hobbie.
De esta forma, la actividad fuerte es entre Setiembre y Mayo, que es preparar la tierra entre cosecha y cosecha, ver la rotación de cultivos, abonar las plantas y sacar los yuyos. En invierno no trabajan porque hace mucho frío y como este año cosecharon de más, en vez de prepararse para ampliar el mercado como todo capitalista, decidieron empezar a cosechar menos para no tener más de lo que necesitaban vender.

La vida es extremadamente tranquila, no hay quehaceres diarios, sino que simplemente hay cosas para hacer, de este modo no se siente tanto como un trabajo, sino que cada día uno se levanta y elige qué hacer para mejorar el lugar o las plantaciones, como no hay exigencias ni apuro, la cantidad que se trabaja depende nada de la motivación de cada día.

Con Silver solíamos ir a dar vueltas por la ciudad y me llevó a los sitios turísticos, me explicaba con toda la paciencia del mundo mis millones de preguntas y cada vez que trabajaba al lado mío aprendía todas las formas posibles de putear en español a una piedra. Me ofreció quedarme todo el tiempo que quisiera pero, aunque la pasé muy bien las 3 semanas que me quedé, decidí que era tiempo de irme y lentamente empezar a buscar trabajo. Queda 1 mes nomás de verano así que si bien no tengo idea del rumbo, supongo que va a ser para el norte y ver de agarrar un poce de calor.

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