CIUDAD AMURALLADA Y PLAYAS

En la época en que el territorio pertenecía a España, para proteger las joyas de la corona de los saqueos de piratas, se construyó toda una muralla en los alrededores de la costa, que hoy se conoce como la ciudad amurallada y es uno de los mayores atractivos turísticos de la ciudad junto con otras construcciones de la época como castillos y otras cosas que no me acuerdo (esto de la historia mucho no me va, y menos aún con mi cerebro pensando en la playa).





Dentro de la ciudad amurallada, se pueden apreciar la arquitectura colonial, calles angostas y empedradas. Es visible ya a lo lejos, el mantenimiento que se le hace a este barrio, algo que ni se asomaba por Getsemani. Aquí sí que no se ven los edificios rasgados y con la pintura caída. Los negocios están repletos de regionales y ropa ofertada especialmente para turistas y con precio acorde a la ocasión, bien lejos se encuentran de los precios que veíamos en Perú y Bolivia; me pareció muy similar al costo de las cosas en Capital Federal (comparando por ejemplo, el valor de algunos productos del Carrefour).






Tanto durante el día como en la noche se ve movimiento, pero característico del turismo de temporada baja; por la cantidad de negocios, seguramente suele venir muchísima más gente aquí. Hice algunos recorridos pero sin mucho interés, las calles comienzan a ser demasiado similares luego de un tiempo y no tenía intensiones de gastar como para estar entrando a los negocios.
Un detalle curioso que tiene es el montón de estatuas distribuidas por todos lados, algunos bustos y monumentos como los que se suelen ver normalmente y otos cuidadosamente esculpidos que denotan la precisión y dedicación de su manufactura, para quienes les gusta este tipo de cosas, seguramente se perderán con facilidad entre las distintas construcciones.





A unos 2km saliendo de la zona amurallada se encuentra el sector de playas con acceso al mar, acá tuve una segunda decepción; antes de decidir ir allí, íbamos googleando cada posible destino para formar aproximadamente la ruta y las fotos de las costas siempre se presentaban con explanadas arenas blancas y mar celeste; en vivo y en directo el panorama es un poco distinto, no es que sea malo, pero está lejos de lo que promueven (luego nos enteramos que para vender el turismo en Cartagena, siempre ponen fotos de San Andrés, una isla algunos kilómetros más al norte).

La playa es como una sucesión de bahías chicas; colmadas de gente en todos lados y plagada de vendedores ambulantes. Un comentario que sale a relucir con cualquiera que haya pasado por Cartagena es la necedad de los vendedores, que llegan en muchos casos a ser molestos y resultar demasiado pesados, provocando que los recibas a veces con mala gana y un humor no muy predispuesto.

El mar es medio estancado, con lo bueno y malo que esto tiene; por un lado el agua es totalmente calma, especial para estar largo rato dentro, y por otro le falta un poco de respiro como para cambiar un poco el aire.



Paralelo al mar, se encuentra la avenida comercial, similar a las que se ven en las grandes ciudades, una buena alternativa para regresar caminando al hostel (en Getsemaní, porque aquí hay hoteles con demasiadas estrellas para nuestro bolsillo).

No importa lo que digan, esto es un monumento al BRANCA de acá a la China


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